La vitamina D, clave para protegerse frente al Covid
La vitamina D actúa como protector de nuestro sistema inmunitario ante una infección vírica o bacteriana
Ávila, 15 de diciembre de 2020. La vitamina D es un nutriente que está desde hace unos años en el punto de mira, y su protagonismo se ha puesto de manifiesto a lo largo de esta pandemia. Y es que, aunque bien es sabida su importancia en la salud ósea, promoviendo la absorción del calcio, esta vitamina resulta imprescindible también para un buen estado del sistema inmune y cardiovascular. Entre otras funciones, la vitamina D es fundamental para la transmisión de los impulsos nerviosos, pero lo más relevante en la situación sanitaria en la que nos encontramos es que actúa como protector de nuestro sistema inmunitario ante una infección vírica o bacteriana. Esta vitamina cumple una gran cantidad de funciones fisiológicas importantes, por lo que es necesario que se encuentre dentro de sus valores óptimos, tal como asegura Carolina García, profesora en el Grado en Nutrición Humana y Dietética en la Universidad Católica de Ávila.
Este foco de atención no carece de justificación –afirma García-, ya que, además de ser importante en muchas funciones, resulta que se ha constatado la existencia de valores séricos de vitamina D por debajo de lo deseable en la población española, tanto sana cómo enferma. Esto podría ser debido a cambios en los hábitos en el estilo de vida del ser humano en los últimos años, y la escasez de alimentos que la contienen (o ésta se encuentra en ellos en cantidades bajas). De ahí que en los últimos meses se ha discutido el posible papel que pueda tener la hipovitaminosis D o su suplementación en el contexto de la infección por SARS-Cov-2.
Según explica la profesora del Grado en Nutrición Humana y Dietética la vitamina D es realmente una prohormona y está representada por dos compuestos liposolubles: vitamina D3 o colecalciferol y la vitamina D2 o ergocalciferol. La D2 proviene de alimentos, esencialmente vegetales, como las setas. La D3 se forma en la piel de animales y el ser humano a partir de la absorción de la radiación ultravioleta por el 7-dehidrocolesterol; está presente en productos de origen animal como los huevos, el salmón, el atún… pero también es la que se sintetiza con la radiación solar. Ambos compuestos de vitamina D son inactivos biológicamente, por lo que al ser absorbidos sufren una serie de transformaciones para producir varios metabolitos, que son los activos y responsables de las múltiples funciones de la vitamina D en el organismo.
Se considera que cerca del 90% de la vitamina D en seres humanos proviene de la síntesis cutánea a partir de la acción de la radiación UVB, por lo que el porcentaje procedente de la alimentación es muy bajo. La capacidad de síntesis de vitamina D dependerá de factores como el fototipo de la piel del individuo, su edad, la hora del día a la que se tome el sol o la estación del año. Por lo tanto la fuente principal de Vitamina D es la exposición controlada al sol, aunque también contribuya la dieta.
En cuanto a la suplementación –señala Carolina García-, no hay ninguna recomendación oficial hasta el momento para suplementarnos con Vitamina D con el fin de paliar posibles carencias sin que se constaten niveles bajos. En España actualmente toman suplementación de vitamina D aquellas mujeres en edad menopáusica o personas mayores con riesgo de osteoporosis que presentan niveles bajos, además de bebés hasta los 12 meses.
El mejor procedimiento para determinar la cantidad de vitamina D en el organismo consiste en medir la concentración en el plasma sanguíneo de 25 hidroxicolecalciferol (25 (OH) vitamina D). El valor obtenido indica si los depósitos son normales, tal como ha indicado García. Sin embargo aún hay controversia sobre cuáles son los niveles óptimos de 25(OH) vitamina D. El acuerdo general es que valores por debajo de 20 ng/ml son insuficientes; si bien la polémica cuestiona si es necesario llegar a los 30 ng/ml para conseguir los efectos óseos y extraóseos de la vitamina D.
COVID-19
La pandemia ha llevado a numerosos grupos de investigación a profundizar sobre el papel de la vitamina D en la adquisición de la infección, así como en los efectos de su suplementación en pacientes infectados. Desde hace tiempo se conoce que la vitamina D protege de las infecciones respiratorias y activa la respuesta inmune innata mientras que regula la respuesta adaptativa. Por ello –indica la García-, son muchos los estudios que se han publicado desde el inicio de la pandemia que destacan el papel de la vitamina D en la inmunidad innata que, tras meses de COVID-19, se ha visto que es crucial en el desarrollo de la enfermedad. También se ha observado que los bajos niveles de vitamina D están asociados a muchas de las patologías previas que predisponen a un peor curso de la enfermedad, como hipertensión, obesidad o enfermedades circulatorias.
Por ejemplo, según explica la la profesora del Grado en Nutrición Humana y Dietética, en un informe de Mark Alipio sobre 212 casos del sur de Asia encontró una asociación entre los niveles de suero de 25-hidroxivitamina D y el resultado de la infección. Los niveles eran más bajos entre los casos críticos, y más altos entre los casos suaves.
Un relevante estudio publicado en la revista científica Plos One, dirigido por el Dr. Michael F. Holick, que analizó los datos de 190.000 pacientes de EEUU, indica que hay una asociación entre niveles mayores en sangre de 25-hidroxivitamina D con una menor tasa de positividad en SARS-CoV-2.
Otro estudio más reciente, publicado en el Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism de la Endocrine Society, y realizado en España por expertos de la Universidad de Santander y el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, reveló que la falta de vitamina D podría ser un factor en común entre las personas con un cuadro más grave de coronavirus que requieren hospitalización. La investigación, que analizó 216 pacientes con covid-16 y 197 personas sanas, encontró que el 82,2 % de los pacientes con coronavirus tenía deficiencia de la vitamina D, mientras que en el grupo de los sanos fue del 47,2%. Si bien, también observaron que, aquellas personas que presentan una deficiencia de vitamina D presentaban más probabilidades de sufrir otras patologías como hipertensión y enfermedades cardíacas, además de tener un mayor tiempo de recuperación. Sin embargo, no encontraron correlación entre el déficit de vitamina D y la gravedad del covid-19.
En cualquier caso -explica la profesora en el Grado en Nutrición Humana y Dietética– hemos de tener presente que la correlación no necesariamente significa causalidad.
En relación a la suplementación y a la vista de los estudios realizados, las sociedades científicas nos avisan que, la evidencia disponible actualmente es insuficiente para apoyar o no su uso en la prevención de la COVID-19 o mejorar su pronóstico.
Además, es necesario señalar que la administración de dosis altas de vitamina D no está exenta de efectos secundarios graves.
Lo que sí queda claro hasta el momento, añade Carolina García– es que mantener unos niveles óptimos de vitamina D es fundamental para el correcto funcionamiento del sistema inmunitario, y los estudios en curso y futuros nos podrán aportar importantes datos en relación a la implicación de la vitamina D en esta pandemia.
De momento, y hasta que la evidencia científica sea más contundente, la mejor recomendación mantener una dieta sana, consumiendo alimentos ricos en vitamina D, y exponernos de manera consciente 10-15 minutos diarios al sol.
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