La UCAV inaugura la II Semana de la Economía Social
Ávila, 4 de marzo de 2021. La Universidad Católica de Ávila ha inaugurado la II Semana de Economía Social 2021 organizada por CIRIEC-España, a través de la Red ENUIES, que engloba los Centros, Institutos y Cátedras de investigación en Economía Social de España.
Marcos de Castro, expresidente de CEPES (Confederación Empresarial Española de la Economía Social) y exdirectivo de la Corporación Mondragón, ha sido el encargado de abrir este conjunto de actividades con una ponencia titulada “La Economía Social Solidaria en la construcción de la cohesión social”.
En su inauguración, la decana de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas, Lourdes Miguel, ha señalado que desde la Facultad se trabaja por promover iniciativas “de gran calado y transcendencia” como la celebración de esta Semana de la Economía Social por segundo año consecutivo y en la que se busca divulgar los valores de la economía social con una apuesta formativa, clara y determinante.
Por su parte, Francisco Salinas, profesor de la UCAV y miembro del Comité Organizador de la actividad, ha mostrado algunos datos del CEPES (Confederación Empresarial Española de la Economía Social) referentes a 2019 donde la economía social suponía el 10% del PIB, tenía el 12,5% del empleo total, y el 42% de la población se encuentra en torno a la economía social solidaria.
Marcos De Castro ha comenzado indicando que las empresas de economía social y solidaria son una forma específica de crear actividad económica, basada en valores que tienen que ver con la solidaridad, el compromiso social y el emprendimiento colectivo. Nacen como una reacción a los mecanismos del modelo socio-económico que tienen como consecuencia el desgarro y la exclusión social. Sus diversas formas se adaptan a las plurales maneras por las que la sociedad excluye. Así, -ha explicado Marcos de Castro– las empresas de inserción surgen para insertar en el mercado del trabajo a personas que ese mismo mercado o excluyó o pone barreras para su integración (ex alcohólicos, ex presidiario o cualquier persona que ya haya superado la causa de su exclusión, pero que no son aceptados como nuevos trabajadores); o los centros especiales de empleo para insertar laboralmente a personas con cualquier tipo de discapacidad; las cofradías de pescadores o las cooperativas agrarias nacen para dar un mayor peso colectivo al pequeño pescador o agricultor ante el mercado.
En este sentido, Marcos de Castro ha expuesto las diferencias entre la empresa tradicional (la empresa de capital) y la empresa de economía social. La primera invierte al percibir una posibilidad de recuperar y rentabilizar el capital invertido, surgen por una búsqueda de rentabilidad y su objetivo es maximizar el beneficio. La segunda nace para paliar o solucionar un problema social que, de otra forma, tendría difícil solución. Como dice el Comité de las Regiones Europeo –ha señalado el expresidente de CEPES-, estas empresas generan relaciones de confianza en su entorno social y son los aliados naturales del poder local por su capacidad de crear desarrollo local.
En este sentido y según De Castro, estas empresas son imprescindibles para la generación de cohesión en una sociedad que sufre consecuencias de fractura social, derivadas de un modelo económico centrifugador y generador de exclusión social. El sistema económico, que conforma la cultura empresarial dominante, provoca desgarros sociales incompatibles con la cohesión (brechas salariales de difícil explicación, generación de pobreza con escasas posibilidades de solución, inequitativa distribución de la riqueza, dominio de procesos que maximizan el beneficio a costa de la propia salud de la sociedad…) lo que provoca que los mecanismos de solidaridad social se fortalezcan para emprender soluciones empresariales que busquen paliar ese desagarro social provocado.
En ello las empresas de economía social y solidaria juegan un papel fundamental. Son empresas colectivas donde las decisiones no se toman según la cantidad del capital poseído dando entrada a todas las personas asociadas, con procesos de decisión horizontales (una persona un voto), lo que vigoriza el sentido de pertenencia. Por esa pertenencia, este modelo de empresa recoge la capacidad creativa de las personas que en ella están involucradas, no son solo fuerza de trabajo, como lo son en la empresa de capital. Por ello, se suelen llamar empresas de personas, no de capital. Se comprometen con el entorno y responden a los criterios básicos de la responsabilidad social, según ha señalado Marcos de Castro.
Para finalizar, el expresidente de CEPES ha hecho referencia a la resolución del Parlamento Europeo sobre la economía social, a fecha del 19 de febrero de 2009, donde establece, entre otras cosas: “21. Considera que el apoyo de los Estados miembros a las empresas de economía social debe interpretarse como una autentica inversión en la creación de redes de solidaridad que puedan fortalecer el papel de las comunidades y autoridades locales en el desarrollo de las políticas sociales. 23. Considera que, gracias a su fuerte radicalización local, las empresas de economía social permiten crear redes entre los ciudadanos y sus órganos de representación regionales, nacionales y europeos y, por lo tanto, pueden contribuir a una gobernanza eficaz de la Unión y a la cohesión social”.