Juan Manuel de Prada: “Los problemas que afronta España son en gran medida causados por la Constitución”

“La Constitución se sostiene sobre la paradoja con los nacionalismos”
Ávila, 25 de octubre de 2018. José Manuel de Prada, escritor y columnista de ABC, se ha propuesto hacer un discurso “en contra de la Constitución” en la Escuela de Otoño “La vigencia de la Constitución y oportunidad de reforma”, que organiza la Universidad Católica de Ávila (UCAV) en colaboración con el diario La Razón.
“Los problemas que afronta España son en gran medida causados por la Constitución. Tenemos que desilotrizar la Constitución”, ha declarado. La Constitución de 1978, en su afán por lograr el consenso sin renunciar a los apaños, dio carta de naturaleza a la mayor perversión política que uno imaginarse pueda, según la cual las ideas contrarias a la supervivencia de la comunidad política pueden tener cabida, con tal de que sea “por vías democráticas”.
Lo que los separatistas pretenden, en realidad, es “la voladura de la comunidad política; y tal crimen no habrían podido ni siquiera concebirlo si no lo hubiese amparado la Constitución”.
La Constitución de 1978 “se sacó de la manga el término de nacionalidades, tan nocivo para la integridad de España, que ha provocado un régimen autonómico sin ningún anclaje en nuestra tradición política con el único propósito de sobornar a los nacionalistas e incluirlos en el llamado consenso. Consenso al que ha calificado como “el lugar de encuentro de la gente sin principios”.
El escritor y columnista de ABC ha afirmado que “el ordenamiento jurídico se sostiene sobre una paradoja”. Por un lado, ampara la difusión de ideas separatistas y patrocina la formación de partidos políticos que representan tales ideas; y por otro, arbitra normas legales que impiden que tales ideas puedan hacerse realidad. Por ello, cree que “el problema catalán sólo podrá afrontarse cuando nos atrevamos a afrontar este tabú”.
Para de Prada, la Constitución de 1978, en su afán por lograr el consenso sin renunciar a los apaños, “dio carta de naturaleza a la mayor perversión política que uno pueda imaginarse, según la cual las ideas contrarias a la supervivencia de la comunidad política pueden tener cabida, con tal de que sea por vías democráticas”.
Para remediar el desaguisado, “algunos nos quieren vender el federalismocon la reformita constitucional”. Un federalismo que nada tiene que ver con el tradicional. Que destruye la jerarquía social y la sustituye por una abstracta soberanía nacional que se orquesta a través de partidos políticos, que acreditan su poder e influencia destruyendo las instituciones que favorezcan la jerarquía social vertebradora. Y construye en su lugar entes artificiosos con el objetivo de crear centros de poder que tiranice a los pueblos. Este federalismo sólo producirá una nueva siembra de centralismos disgregadores. Y será el descabello de una España ya terriblemente estoqueada por el infierno autonómico”.
La Constitución del 78 instauró una unidad artificial que amparaba una variedad de tradiciones culturales e instituciones jurídicas. “La única reforma que se puede hacer es introducir de forma taxativa que aquellos partidos que quieran atentar contra la comunidad política, sean disueltos”.
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