El temor a represalias legales, la no responsabilidad y la falta de protocolos y guías de práctica clínica; las principales barreras de la enfermería en la detección de casos de Maltrato Infantil
Ávila, 25 de agosto de 2021. El Maltrato Infantil (MTI) es un problema de salud pública y social, infra-diagnosticado que permanece oculto en la sociedad. Los datos estadísticos proporcionados por los organismos competentes en la atención del menor, revelan que, tanto a nivel mundial como a nivel estatal y autonómico, la violencia hacia los niños crece exponencialmente cada año. Carmen Muñoz, alumna del Grado en Enfermería de la Universidad Católica de Ávila, ha analizado la importancia del papel de la enfermería a la hora de detectar estos casos en su Trabajo de Fin de Grado.
El maltrato físico, la negligencia, el maltrato psicológico y el abuso sexual son las tipologías más frecuentes de MTI. Asimismo, la prevalencia del MTI aumenta en familias de riesgo que presentan consumo y abuso de sustancias psicoactivas, trastornos mentales o dificultades económicas.
La detección es compleja y requiere enfermeras competentes que evalúen de manera personalizada cada caso y se impliquen en la identificación de factores de riesgo e indicadores del MTI. De esta manera se evita la reincidencia del maltrato, la aparición de secuelas físicas, emocionales o cognitivas y la victimización secundaria.
Para poder garantizar el éxito, los profesionales de enfermería trabajan junto a un equipo intersectorial. Los sectores relacionados con la atención del menor realizan intervenciones en materia de educación, sanidad, seguridad ciudadana, asuntos policiales y materia judicial. Las actuaciones de enfermería para el MTI radican en intervenciones preventivas, detección anticipada, atención temprana, estrategias rehabilitadoras, vigilancia y seguimiento del caso. La estrategia fundamental que cobra mayor importancia en el MTI es la prevención secundaria, ya que es la manera más factible y práctica, en la cual se realiza y prioriza un abordaje enfermero para intervenir en familias disfuncionales, desestructuradas y vulnerables.
La relevancia que adquiere la Atención Primaria en la prevención del MTI se debe a que, en diversas ocasiones, los centros de salud son los únicos servicios comunitarios a los que acuden los cuidadores con el menor, especialmente en las revisiones del “Programa del Niño Sano” o durante aquellas etapas de desarrollo con mayores niveles de vulnerabilidad (menores de hasta seis años).
Los resultados obtenidos de los estudios demuestran que las intervenciones de enfermería más eficaces son los programas de educación del rol parental (Triple P), la Educación para la Salud (EPS), los programas enfermeros de visitas domiciliarias (Colaboración Enfermera-Familia) y las terapias familiares multisistemas realizadas en las Unidades de Salud Mental Infanto-Juvenil (Terapia de Interacción Padres-Hijos, Terapia Cognitivo-Conductual centrada en el Trauma, Terapia Multisistémica para el Maltrato y la Negligencia de Menores).
También se evidencian las principales barreras enfermeras en la detección y notificación a los servicios sociales de los casos de MTI, siendo las más frecuentes el temor a represalias legales, la no responsabilidad y la falta de protocolos de actuación, manuales y guías de práctica clínica. Por último, se desarrolla la “Teoría de la transmisión intergeneracional de la violencia”.
Asimismo, hay que recalcar la importancia que tiene la realización de planes de cuidados en el menor, los procesos de atención de enfermería (PAE) y el avance en la investigación sobre la terminología generalizada a través de los Diagnósticos Enfermeros (NANDA), los Objetivos (NOC) e Intervenciones (NIC).
El estudio concluye con la necesidad de realizar, a nivel nacional, campañas de Educación Para la Salud (EPS) y concienciación del MTI que permita educar e instruir al conjunto de la población. Los ciudadanos deben sentirse responsables del problema y colaborar con las diversas instituciones y organismos públicos implicados.
El MTI es un lastre para la sociedad y la única vía para subsanar el daño ocasionado a los niños y adolescentes maltratados o en riesgo es a través de su protección desde los distintos ámbitos implicados en la atención del menor.
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