El director del Centro de Estudios de Innovación y Formación del Profesorado En Educación de la UCAV, Javier Hernández Varas, desglosa los riesgos de la nueva ley de educación que entrará en vigor en septiembre
- “La Ley de Educación tiene en los suspensos y las repeticiones una de sus banderas”
- “Sindicatos de profesores y otras muchas asociaciones han advertido de las negativas consecuencias que pudieran derivarse de esta nueva medida. Entre ellas, la reducción del esfuerzo que ya de por si estaba bajo mínimos, la desmotivación, menores niveles de aprendizaje, más fracaso”entro de Estudios
- “La aplicación de diferentes criterios para cada uno de los centros supondría una gran arbitrariedad. Puede ser un agravio comparativo no solo entre centros, sino entre cursos e incluso aulas de un mismo centro. Podría generar incluso un problema de indefensión para los profesores”
Ávila, 29 de julio de 2021. Según el Real Decreto-ley 31/2020, de 29 de septiembre por el que se adoptan medidas urgentes en el ámbito de la educación no universitaria, se podrá pasar de curso sin límites de suspensos. La medida que más destaca del RD y que ha creado polémica es que se permitirá a las administraciones educativas “modificar los criterios de evaluación, promoción y titulación” en Primaria, Secundaria, Bachillerato y FP “para adecuarlos mejor a la situación provocada por la pandemia”. En concreto, en su artículo 6 se recoge que “los equipos docentes adoptarán las decisiones relativas a la obtención del título de acuerdo con lo regulado en su caso por las administraciones educativas, de forma colegiada, basándose para el de ESO en la adquisición de los objetivos generales establecidos para la etapa y el desarrollo de las competencias”. El director del Centro de Estudios de Innovación y Formación del Profesorado en Educación de la Universidad Católica de Ávila (UCAV), Javier Hernández Varas, ha hecho una valoración de la repercusión que esta medida tendrá en la calidad de la educación de los alumnos españoles.
¿Se han acabado los suspensos en España por decreto?
Año tras año con las vacaciones aparece en el panorama personal, familiar y social español las controvertidas “notas” de los alumnos. Calificaciones, repeticiones de curso, EBAU, medidas de apoyo y refuerzo, etc. Por unas u otras razones es un tema recurrente que puede llegar a ser polémico debido a los distintos puntos de vista que plantea pero que siempre adquiere un interés relevante de cara al futuro de los alumnos.
Este verano se suman además las declaraciones, orientaciones y futuras medidas planteadas por los responsables de la educación en España, quienes desde el Gobierno, aprobaron la nueva Ley de Educación y que tiene en los suspensos y las repeticiones una de sus “banderas” tratando de simplificar debates más profundos. Hasta el pasado 23 de julio ha permanecido abierto el trámite de consulta pública del proyecto de decreto que regula la evaluación, promoción y titulación para las etapas de educación primaria, secundaria, bachillerato y formación profesional con lo que es un tema de plena actualidad.
Recientemente, el Secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, ha asegurado en un curso de verano de la UIMP, hablando del nuevo decreto que suprime los suspensos como criterio para repetir y obtener el título en la Educación obligatoria, que la repetición de curso no soluciona nada y que la decisión de repetir no se puede decidir en base a suspensos o aprobados. Ha defendido que esta decisión sea una decisión del equipo docente que es el que mejor conoce al alumno y sus necesidades.
Por otro lado, la pasada semana la prensa se hacía eco de la medida adoptada en un instituto de Sevilla donde un alumno que no había acudido a clase se le aprobaban de golpe las 8 asignaturas que había suspendido. A instancias de la dirección del centro los profesores le habían aprobado para evitar problemas con la propia Administración ante la denuncia de la madre.
Podíamos poner más casos como el recientemente nacido movimiento docente Sin Notas / Sense Notes en el que una decena de centros aplican de manera general para todos los alumnos las medidas hasta ahora extraordinarias para pasar de curso. Independientemente del número de suspensos, aplican los criterios que el equipo docente del centro considera oportunos. Pueden así pasar de curso alumnos con 4,5,6 o más asignaturas suspensas si considera el equipo docente que es lo mejor para el alumno.
¿Qué está pasando? ¿Se está preparando el camino para las medidas y decretos del próximo curso que pueden acabar con los suspensos y las repeticiones? ¿Es quizás la evaluación, o mejor, la calificación el escoyo para conseguir la ansiada democratización de la escuela que plantea el Gobierno?
Sindicatos de profesores y otras muchas asociaciones han advertido de las negativas consecuencias que pudieran derivarse de esto. Entre ellas, la reducción del esfuerzo que ya de por si estaba bajo mínimos, la desmotivación, menores niveles de aprendizaje, más fracaso, etc. Consecuencias relacionadas con el aprendizaje y las competencias de los alumnos españoles que en un futuro deben “competir” con profesionales de otros países.
Desde hace años y no es nuevo, aunque ahora lo resalte el Secretario de Estado, el equipo docente es el que toma la decisión de pasar de curso y me consta que se tienen en cuenta muchos factores en esa decisión. Advierten los profesionales que la aplicación de diferentes criterios para cada uno de los centros supondría una arbitrariedad grande. Puede ser un agravio comparativo no solo entre centros, sino entre cursos e incluso aulas de un mismo centro. Lo que vale a unos no lo consideran otros. Podría generar incluso un problema de indefensión para los profesores.
El informe PISA nos indica que España triplica la media de repeticiones de la OCDE. Lógicamente, con esta medida reduciríamos la diferencia, pero ¿reduciríamos también la diferencia en cuanto a los resultados educativos y el aprendizaje de nuestros alumnos? ¿Aprenderían más? Los propios impulsores de este enfoque sin notas advierten de que por sí sola la medida es insuficiente para solucionar el fracaso escolar.
Realmente, los profesionales de la educación, en los diferentes niveles ven pasar oportunidades de abordar realmente las dificultades y las mejoras necesarias en nuestro sistema educativo para conseguir los resultados y la calidad que la sociedad demanda. Somos muchos los que pensamos que sería mejor reflexionar acerca de todo lo que realmente debemos cambiar en nuestro sistema educativo. Además de la evaluación: currículos, competencias, metodología, carrera docente, etc. podrán ser los objetivos. ¿No será que debemos cambiar lo que nos ha llevado año tras año al fracaso escolar y a los malos resultados? Quizás debiéramos dar un vuelco a determinados principios inalterables en Educación desde la LOGSE del siglo pasado, que de nuevo subyacen en esta nueva ley y que no parecen funcionar a tenor de los resultados.
Si nos centrarnos en la evaluación, desde hace años, la forma de evaluar en escuelas, colegios, institutos y en la propia universidad está en continua revisión y estudio, buscando una profunda reflexión que aborde con garantías las soluciones más adecuadas de acuerdo al aprendizaje de los alumnos, a las nuevas metodologías y a las innovaciones. Pero siempre dentro de un proceso. La complejidad del proceso de evaluación y calificación hace que las soluciones no sean tan sencillas y fáciles. Pensar que con reducir el número de suspensos o limitando la repetición de curso ya no tendremos problemas, todos tranquilos, nuestro sistema educativo mejorará los resultados y nuestros alumnos aprenderán es minimizar y simplificar peligrosamente la situación.
Para tratar de esclarecer esta situación que seguro veremos con frecuencia en los medios de comunicación a partir de ahora, hay que tener en cuenta un par de consideraciones. La primera es que la evaluación es una parte muy importante del proceso de enseñanza aprendizaje, forma parte del proceso y éste no se puede entender sin la evaluación y la calificación. En segundo lugar, hay que diferenciar dos conceptos que son complementarios, pero pueden confundirse en la práctica o utilizarse de manera sinónima cuando realmente son diferentes. Me refiero a evaluación y calificación. Evaluar y calificar no es lo mismo y entre ellos existen diferencias puntuales que conviene conocer para no mezclar cosas. La evaluación es una actividad o proceso sistemático de identificación, recogida o tratamiento de datos sobre elementos, acciones o hechos educativos, con el objetivo de valorarlos primero y, sobre dicha valoración, tomar decisiones y mejorar con ellas el aprendizaje. Un proceso que implica una recogida de información, una información objetiva con datos válidos y fiables, evitando subjetivismos que invalidarían el proceso: pruebas, exámenes, actividades, ejercicios, observación… Esta información lleva a una posterior reflexión, interpretación y valoración con determinados objetivos de referencia o estándares deseados (igualmente objetivos) para hacer posible la emisión de un juicio de valor, valorar en qué medida los estudiantes han alcanzado los aprendizajes esperados y que permita orientar la toma de decisiones posteriores (desarrollar nuevas actividades, acciones, materiales, metodologías, etc.) para mejorar el aprendizaje de los alumnos.
Se convierte así en motor del aprendizaje. No hay aprendizaje sin evaluación. Para esto se utilizan muchos modelos, tipos y herramientas de evaluación en la que participan no solo los profesores, sino los propios alumnos, las familias y otros agentes en función de las distintas etapas educativas, contextos, etc. Sin embargo, quién dirige el proceso, orienta y toma las decisiones, en última instancia, es el profesional docente que tiene la responsabilidad del aprendizaje de sus alumnos.
Por otro lado, tenemos la calificación. Calificar es como la síntesis del proceso de evaluación ya que se implementa normalmente al final de un proceso. En ella se representa mediante un valor numérico o un concepto el nivel de logro de los aprendizajes alcanzado por los alumnos. Son notas cuantitativas o cualitativas que se emplean para medir o valorar el rendimiento académico de los alumnos. Se suele utilizar para comparar los resultados con otros estudiantes o grupos y considerarlo como una forma más justa de medir el mérito.
El problema surge cuando se utiliza esta acción como sinónimo de evaluar, ya que como podemos ver, existen grandes diferencias entre dichos términos pues evaluar no consiste solamente en asignar un número o nota. Pero ¿Si el proceso de evaluación no consigue los resultados de aprendizaje esperados hay que calificarle aprobado? Esto puede ser considerado como un fraude. Lo mismo ocurre si le promocionamos o pasamos de curso con suspensos que indican que no ha conseguido los aprendizajes que se consideraban necesarios. Otra cosa serán las medidas que adoptemos posteriormente.
En definitiva, hay muchos aspectos a tener en cuenta de cara al inicio del curso 2021-2022 y especialmente en este apartado de la evaluación ya que según el calendario de aplicación de la nueva ley, en este curso se aplicarán la nueva regulación de la evaluación y promoción de todas las etapas, las nuevas condiciones de titulación de Educación Secundaria Obligatoria, ciclos formativos de grado básico y Bachillerato, la titulación de las enseñanzas profesionales de Música y Danza y las condiciones de acceso a las diferentes enseñanzas.
Desde el Centro de Estudios, Innovación y Formación del profesorado de la UCAV organizaremos jornadas, charlas y conferencias orientadas a profesores, alumnos y padres en las que intentaremos abordar los diferentes aspectos que inciden directamente en la educación y que siempre están de actualidad.